Natalia Sánchez, profesora de Español en la Universidad de Nueva York (NYU), 29 años

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Vine a Estados Unidos hace más de dos años para estudiar mi máster de escritura creativa en la Universidad de Nueva York. En marzo aún estaba estudiando y al mismo tiempo enseñaba español. A diferencia de Perú, donde recién estaban por iniciar las clases cuando ordenaron la cuarentena, aquí ya habían empezado y estábamos en el tercer mes. Los casos se incrementaron en Nueva York y se volvió el epicentro mundial de COVID-19. Comenzaron a cerrar todos los establecimientos públicos en la ciudad. Llegaban alertas al teléfono, eran de terror. Después de las vacaciones, no volvimos a clases presenciales. Fue un problema muy grande sobre todo para los estudiantes que se fueron de viaje porque no había la seguridad de retorno al país. Terminé el máster en medio de todo eso. Ahora dicto clases de español de manera virtual.

En cuanto a casos de COVID-19, la mayoría de los infectados fueron de la comunidad latina y afroamericana. Para muchos de ellos era una batalla día a día. No pertenecía al grupo de latinos que necesitaban salir a trabajar. Yo tuve la suerte de venir por estudios. Debido a esa brecha de educación y privilegios en la que me encuentro, no conocí a alguien que hubiera sido infectado en esas circunstancias. Mis estudiantes sí tuvieron experiencias difíciles. La tía de una de mis alumnas falleció por el virus; y la mamá de otro, se contagió. Era un tema de conversación que hablábamos diariamente. 

Cuando la ciudad empezó a mejorar, veía cómo Perú empeoraba. Es muy difícil estar lejos de mi familia y mis amigos que siguen allá. Vivo con el desgaste emocional de pensar  “qué pasa si…”. Eso y el desgaste físico.

En mayo, los casos estaban bajando aquí pero sucedió el lamentable asesinato de George Floyd. La pandemia hace que los problemas que ya existen se agraven, como en este caso acerca del racismo, el que definitivamente existe en este país y en Perú. En Estados Unidos es particularmente cruel y sanguinario. Recuerdo que la gente estaba muy molesta y harta de la situación. Hay más problemas como el desempleo, algo que nunca había experimentado esta ciudad. Sin embargo, lo sucedido con Floyd fue el colmo. Era lo único que veías en las noticias aparte del virus y fue la primera vez en 70 años que decretaron un toque de queda. Para los estadounidenses fue algo fuera de lo común. La gente empezó a protestar y los helicópteros no dejaban de sonar hasta las 3, 4 de la mañana por semanas. El presidente es un desastre y su administración es terrible.

Tengo un pasaje para Perú, pero está en pausa. Espero utilizarlo en algún momento ya que extraño a mi familia. Muero por ver a mi mamá, mis abuelos, primos, primas, tíos y amigas. No sé si volvería para quedarme. Pero de que quiero volver, quiero volver.

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